lunes, 7 de diciembre de 2015

Lo mejor del cine mexicano en 2015

A pesar del buen momento que vive la cinematografía nacional, su principal problema sigue siendo el distanciamiento con el público, provocado por las propias cadenas de exhibición cuya renuencia a proyectar en sus salas cine nacional es un pesado y estúpido lastre. En ese sentido, las películas abajo listadas son supervivientes a la discriminación y fueron proyectadas en complejos comerciales, el resto se pudieron ver en San Luis Potosí, México, gracias a los festivales cinematográficos o bien por plataformas de video en línea. En ese sentido no están seguramente cuantas deberían, sino las que se pudieron ver en esta parte de la provincia.

Cuatro lunas. Sergio Tovar Velarde, 2014
Con mano solvente Tovar Velarde entrelaza cuatro historias de amor que van de la desesperanza a la madurez de pareja sin toques de sentimentalismo; sus personajes se mueven por el mundo conscientes de la responsabilidad de sus propios sentimientos aunque ello implique situaciones dolorosas.
La película tuvo complicaciones desde su inicio, pues dada la temática escaseaba quien quisiera invertir en ella, de esta manera el director tuvo que moverse por su cuenta y darla a conocer utilizando para ello acuerdos con salas independientes y festivales de cine, generando un creciente respaldo del público que por fin convenció a las exhibidoras. Actualmente se puede ver en Netflix y vale mucho la pena.


La delgada línea amarilla. Celso R. García, 2015
Cinco hombres son contratados para llevar a cabo una labor aparentemente sencilla, pintar la línea divisoria de una carretera de 200 kilómetros de largo en el árido altiplano mexicano. La situación sin embargo se transforma en un viaje iniciático con detalles en apariencia pequeños que terminarán de cambiar su perspectiva sobre la vida.
Una ópera prima de grandes vuelos, un guion sólido apoyado por grandes actuaciones y una producción digna de ser aplaudida hacen de esta road movie una experiencia de esas que explican el amor por el cine.

Eco de la montaña. Nicolás Echevarría, 2014
Santos de la Torre, cuyo nombre wirrarika (huichol) es Motopohua (Eco de la montaña), es un muralista cuya obra ha llegado hasta las paredes del Museo de Louvre. En este documental, Echevarría regresa a sus trabajos de carácter casi antropológico para hablarnos del artista, pero también de su pueblo y entorno, de los usos, costumbres y la lucha por la supervivencia. La narración visual está cargada de poesía, de un cierto ritualismo que no por ello deja de lado el humor. Actualmente está disponible en Netflix.

Güeros. Alonso Ruizpalacios, 2014
Una joya, a mi gusto la mejor del año. Aquí pueden leer mi comentario.

Mexican Gangster. José Manuel Cravioto, 2014
Otra gran sorpresa, Cravioto consigue un brillante ejercicio fílmico que mezcla con precisión diversos géneros fílmicos. Por acá mi comentario extendido.

México Bárbaro. Varios directores, 2015
Convocados por Lex Ortega, ocho directores mexicanos ofrecen cortometrajes de horror en una antología destinada a hacer historia, tanto por los cortos en sí como por el hecho de que la película muestra el nuevo aire que respira el género en nuestro país. Como toda colección, la calidad es variable, pero ninguno tiene desperdicio; va de historias de fantasmas a tratos con espíritus malignos, gore extremo y seres mitológicos nacionales con frescura e incluso desparpajo. Altamente recomendable verla y seguirle la pista a los directores.

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