martes, 27 de noviembre de 2007

La Tetralogía Taboada


Cierro este primer ciclo de comentarios acerca del cine de horror y fantástico mexicano con una exploración de la tetralogía por excelencia en el país, las cuatro cintas de Carlos Enrique Taboada que le han dado una particular dignidad al género a pesar de la sempiterna condena de los críticos connacionales, históricamente predispuestos a destazar lo que no encaje con los cánones más estirados del quehacer cinematográfico, pese a que una somera vista histórica eche por tierra sus descalificaciones.
Taboada fue ante todo un prolífico guionista para cine y televisión –en esta última hay que destacar su labor para la serie de culto La Telaraña-, que exploró las profundidades del fantástico en guiones para cintas como los seriales sobre Nostradamus y El Testamento del Vampiro, de 1959 y El espejo de la bruja (1960), antes de dirigir su primer gran obra: Hasta el viento tiene miedo, de 1966.
La historia se desarrolla en un internado para señoritas a las afueras de la ciudad, donde un torreón cuyo acceso está prohibido a las alumnas se convierte en reto para Claudia (Alicia Bonet), quien ha tenido un sueño donde ve dentro de la torre el cuerpo de una joven llamada Andrea colgado de una viga. Una incursión furtiva al torreón es descubierto por la directora del colegio (Marga López), quien en castigo por infringir la restricción condena al grupo de muchachas a pasar en el internado el verano.
La estancia se va poniendo ruda en tanto que el fantasma de Andrea comienza a aparecerse cada vez con mayor frecuencia hasta tomar posesión de Claudia, quien servirá de vehículo para que el espectro cobre venganza en contra de la directora, que fue responsable de su muerte.
Con la primera incursión de Taboada como director en el género aparecen los elementos centrales de sus cintas de horror: los lugares cerrados y aislados donde el mal manifiesta; la cotidianeidad como fuente de lo maligno; la contraposición de la ciudad como espacio yerto y el campo como escenario posible de sucesos fantásticos y el espíritu gótico de las historias muy bien adaptado al contexto mexicano sin necesidad de folclorizar mitos universales. No se trata de una pieza perfecta, sin embargo contiene lo necesario para ser una gran película y sobre todo demuestra la enorme capacidad del realizador para crear miedo a partir de sus atmósferas con economía de elementos, por lo cual muchos tienden a calificarlo como minimalista.
Prescinde, como decía líneas arriba, de golpes efectistas y opta –tal vez por la escasez de recurso como uno de los motivos- por eludir efectos especiales y generar el miedo a partir de hechos que gradualmente se apartan de lo natural, de manera que el desasosiego del espectador se estimula para hacerlo presente durante largos periodos de tiempo, cumpliendo con el principal objetivo del género pese a que en la actualidad algunas de las situaciones ya no muevan al susto.


En 1968 estrena El libro de piedra, con Marga López repitiendo en rol estelar, sólo que en esta ocasión en el papel de heroína, como institutriz encargada de la pequeña Silvia (Lucy Buj), hija de un hombre acaudalado pero con poco tiempo para su heredera, a pesar de la ausencia de la madre recientemente fallecida. Julia (Marga) asume el lugar que le corresponde buscando mayor interconexión con la niña, pero esta se encuentra concentrada en su amistad con Hugo, compañero imaginario representado por una estatua colocada en el jardín de la casona que habitan. La relación de Silvia con Hugo se va fortaleciendo a medida que el ambiente se torna macabro y el final es un acto inesperado que de inmediato la coloca como obra de culto.
A diferencia de Hasta el viento…, El libro de piedra recibió críticas favorables pero pronto fue relegada, ahora es complicado encontrarla en tv o video con todo y que en el extranjero, particularmente en USA se le aprecie bastante. Se refuerza aquí el rol de la mujer como blanco de los hechos sobrenaturales, que bueno, ya de entrada es una característica del horror, y se integra la figura de los niños como vehículos de la oscuridad, técnica que años más tarde explotaría a un grado mayor.
El mismo año lanza La trinchera, película de revolucionarios contada a varias voces en la que un grupo de combatientes va narrando historias sobrenaturales mientras se reanuda el combate. Desafortunadamente el filme es muy difícil de conseguir y hay poca información al respecto, por lo cual no se podría integrar esta al grupo de películas fantásticas de Taboada sin resultar atrevido.
Para 1974 el cineasta se lanza de nuevo al ruedo con una película que está muy en deuda con los giallos italianos y su particular estilo de crear el suspenso, con todo y que es la más débil de la tetralogía: Más negro que la noche cuenta la historia de Ofelia, quien hereda la fortuna de su tía cumpliendo la única condición, que es vivir en casa de la difunta y cuidar de su amado gato. Ofelia acepta y se lleva consigo algunas amigas, pero la inesperada muerte del gato pronto convertirá el disfrute de la fortuna en una terrible pesadilla.
Es curioso decir que esta sería una obra menor por parte de Carlos Enrique cuando los elementos de la producción se ven mejor aprovechados que un sus anteriores cintas, tal vez sea debido a una menor intensidad en los momentos inquietantes. Lo cierto es que hay que destacar la manifestación tangible del espectro de la tía y su retrato insinuado a partir de gestos, pasos y ornamentos, tanto como un desfogue de erotismo más claro que el insinuado en Hasta el viento tiene miedo (bastante agradecible si tomamos en cuenta que en su tiempo las protagonistas, Claudia Islas, Susana Dosamantes, Helena Rojo y Lucía Méndez estaban de muy buen ver), lo cual también se convierte en un elemento para acendrar la victimización de las jovencitas –que es parte de la influencia del giallo- y las claras referencias literarias (Allan Poe en este caso, Henry James en El libro de piedra), que manifiestan la amplia cultura general que poseía el director.
Hubo que esperar después toda una década para que regresara tras las cámaras para contar otra historia de miedo, Veneno para las hadas, una magnífica fábula macabra con Ana Patricia Rojo en el papel de su vida como Graciela, la niña inteligente, malvada y de incipiente sensualidad convencida de ser una bruja que controla a la inocente Fabiola (Elsa María Gutiérrez) convenciéndola de que algunos sucesos misteriosos son obra de sus poderes. Para las vacaciones, Graciela prácticamente obliga a Fabiola a que la invite a pasarla en su casa de campo, donde preparará una pócima para acabar con las hadas, ya ahí, la situación de dominio se torcerá tanto como los acontecimientos hasta llegar a un desenlace tétrico.
Aquí ya la forma de tratar al cineasta fue muy distinta, el filme se llevó cuatro Arieles, incluidos los dos principales, mejor director y mejor película, aunque de nueva cuenta, su éxito mayor ha sido en el extranjero, donde es también objeto de culto. Con esta película Taboada cierra su ciclo como director en general, posterior a esta sólo destaca la mencionada etapa como guionista para La Telaraña, el resto de sus scripts son algo que sería preferible olvidar.
Para infortunio del cine, hay muy poca información sobre Carlos Enrique Taboada y su obra, como ya se ha apuntado, es difícil de conseguir; hay un serial muy bueno disponible en Cinefagia y una reseña con filmografía completa en Más de 100 años de cine mexicano, pero fuera de eso todo escasea, ojalá que alguien se de a la tarea de rescatar con un estudio en forma la carrera y obra de este artista, quien junto a Juan López Moctezuma forma la dupla más destacada de realizadores de cine de horror en México.



Aquí la escalofriante secuencia inical de Hasta el viento tiene miedo.





Hasta el viento tiene miedo. México, 1967
Dirección: Carlos Enrique Taboada
Producción: Jesús Grovas
Guión: Carlos Enrique Taboada
Fotografía: Agustín Jiménez
Escenografía: Javier Torres Torija
Maquillaje: María del Castillo
Edición: José W. Bustos
Sonido: Eduardo Arjona, Galdino Samperio y James L. Fields
Intérpretes: Marga López; Maricruz Olivier; Alicia Bonet, Norma Lazareno
Un trailer casero de El libro de piedra encontrado en Youtube


El libro de piedra. México, 1968
Dirección: Carlos Enrique Taboada
Producción: Adolfo Grovas
Guión: Carlos Enrique Taboada
Fotografía: Ignacio Torres
Maquillaje: Sara Mateos
Edición: Carlos Savage
Efectos Especiales: Ricardo Sáinz
Sonido: Javier Mateos y Salvador Topete
Intérpretes: Marga López, Joaquín Cordero; Norma Lazareno; Aldo Monti; Lucy Buj; Jorge Pablo Carrillo

Más negro que la noche. México, 1974
Dirección: Carlos Enrique Taboada
Producción:
Guión: Carlos Enrique Taboada
Fotografía: Daniel López
Edición: Carlos Savage
Sonido: Manuel Topete
Intérpretes: Claudia Islas; Susana Dosamantes; Helena Rojo; Lucía Méndez
La pequeña Ana Patricia Rojo desbordando su fantasía en Veneno para las hadas.


Veneno para las hadas. México, 1984
Dirección: Carlos Enrique Taboada
Producción: Héctor López
Guión: Carlos Enrique Taboada
Fotografía: Guadalupe "Lupe" García
Maquillaje: Magdalena Eirs Anda
Edición: Carlos Savage
Sonido: Efrén Marín Rojas
Intérpretes: Ana Patricia Rojo; Elsa María Gutiérrez; Leonor Llausás; Carmela Stein;