jueves, 8 de marzo de 2007
Kilómetro 31
Con la llegada de Kilómetro 31 renace el género de horror en la producción cinematográfica mexicana y al mismo tiempo parece cerrarse un ciclo.
En 1933, el cine de género nace en México con La Llorona, de Ramón Peón, un director cubano que vino a nuestro país a realizar una larga carrera dentro del género fantástico y, como no, del entrañable melodrama de la llamada “época de oro”. En su momento, Peón supo aprovechar las variadas versiones que corren en torno a la figura de La Llorona a lo largo de todo México para contar una historia en la que una serie variada de elementos se sincretizaban para crear una atmósfera particular a la necesidad de la historia, recurso que fue después explotado hasta sus límites a lo largo de nuestra cinematografía.
En este sentido, la historia del cine de horror local se ha visto más permeada de sentidos, sinsentidos y raíces locales que muchas cinematografías del mundo, baste recordar al Maestro Eulalio González “Piporro” combatiendo a punta de canciones a una serie de monstruos interestelares -hechos con base en cartón, claro- en La nave de los monstruos (Rogelio A. González, 1959); o más recientemente, ya en los años 80, con las afortunadamente breves copias de cintas slasher tipo Viernes 13 con Pedro Fernández, en aquel tiempo aún Pedrito, como protagonista.
Pues bien, esta tendencia sigue siendo patente hoy día. Kilómetro 31, ópera prima de Rigoberto Castañeda, narra la historia de Catalina y Ágata Hameran, hermanas gemelas que tienen un nexo telepático con el cual se comunican entre si. Una mala noche, en plena carretera hacia el Desierto de los Leones, Ágata atropella –o al menos eso cree- a un niño, lo que a su vez le provoca a ella ser arrollada y seriamente lastimada. Sin embargo, el accidente guarda un grave misterio, y a partir de ese momento, Catalina, apoyada en su novio y el novio de la hermana, tendrá que resolver un caso que involucra a la Llorona (cerrando el círculo que inició Peón), su hijo y una serie de accidentes mortales provocados por seres de ultratumba.
La premisa es buena, de hecho la idea de combinar una leyenda antigua con modernas leyendas urbanas es bastante atractiva, y la producción de la cinta no tiene desperdicio, hay una excelente calidad en todos los aspectos técnicos, léase iluminación, efectos especiales, locaciones, maquillajes, etcétera. La difusión, por su parte, también fue bastante buena, podríamos decir que al parejo de las películas hollywoodenses impulsadas por las grandes cadenas distribuidoras, con lo cual Kilómetro 31 tiene todo para ser el cañonazo de taquilla que ha resultado y lo merece con todas las de la ley.
No obstante, hay un grave problema, bueno, dos. Uno, las actuaciones son demasiado tibias y por ende, poco convincentes; en casi toda la película no logramos identificarnos con Catalina o alguno de los personajes secundarios, amén de que los espectros principales –un primo de Toshio, el de Ju On y la sobrina de Sadako, de Ringu, o algo así- tampoco se concretan como una amenaza específica.
El otro problema es el guión en sí mismo, pues si bien comentaba líneas arriba que hay una muy buena premisa, esta se pierde en líneas dramáticas que no conducen a ninguna parte y diálogos que de tan acartonados resultan casi risibles, como en la parte en que la anciana bruja cuenta la historia de la Llorona, con una construcción de frases absolutamente irreal para el lenguaje hablado que se supone debiera corresponder al personaje.
Dos peros, que en verdad son pocos comparados con las ganas que se notan en la película, sin afán de hacer concesiones y decir que todo va bien, creo que el trabajo del director y su equipo va por muy buen camino, ojalá que continúe de esta manera y que tenga la suficiente capacidad de autocrítica como para corregir los errores; poco es el cine de horror que se hace en México, démosle aliento para que vaya creciendo.
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1 comentario:
Estoy de Acuerdo en mucho de lo que afirmas: buenos efectos, iluminación, etc. Eso si, la locacion del hospital es un fiasco.. un hospital con un solo doctor y enfermera.
Lo mas rescatable, tal como lo señalas es la premisa. Pero a mi la película se me hizo larga, tediosa y aburrida. Y no solo a mi, podrás preguntarle al monton de chamacos que prefirieron organizar una guerra de palomitas, y vasos vacíos, durante casi toda la película.
Ojalá se produzcan más películas con esa calidad de producción, pero con un guión y actuaciones mejores.
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