La adaptación de comics a la pantalla es actualmente una tendencia que ya forma parte inseparable de Hollywood, tanto por lo redituable de las realizaciones como por la comodidad de trabajar sobre una historia ya hecha ante la larga sequía de talento en los guionistas de la mal llamada meca del cine; así, cuando antes causaba expectativa saber como y cual sería la siguiente adaptación, hoy la curiosidad se centra en cual será más fiel o menos mala.
300 es, como todo mundo sabe ya, una adaptación a la novela gráfica del mismo nombre realizada por Frank Miller, cuyo nombre se hiciera famoso en el mundo del cine por la adaptación que hiciera de su obra Sin City el director Robert Rodríguez. En ella se narra de manera libre la guerra de las Termópilas, librada en el siglo IV A.C. entre varias naciones griegas contra del imperio persa, el ejército más grande de aquel tiempo (las cifras de los historiadores varían de 250 mil a 2 millones de guerreros en esa batalla). La historia nos dice que entre las fracciones de los griegos se reunían alrededor de 6 mil soldados; en el caso del comic de Miller y, en consecuencia, de la película, se prescinde de todas las naciones excepto de los espartanos, que eran apenas 300 (bueno, los soldados, entre comitiva y demás debieron haber llegado a los mil, pero también se recortó a estos últimos para mayor efecto dramático). En ese sentido, 300 re inventa la historia para dar mayor énfasis al coraje y valentía de los espartanos -algo de lo que se había encargado ya la historia- y convertirla en todo un homenaje a la testosterona en su estado más puro.
La historia ya había sido contada anteriormente tanto en comic como en el cine; el Dios de la historieta Alberto Breccia llevó a su personaje Mort Cinder a combatir en las Termópilas, con un apego más cercano a los hechos históricos, en tanto que en 1962 Rudolph Maté llevó al celuloide la historia en The 300 spartans, conocida en español como El león de Esparta, la cual no he visto, pero según consigna la Wikipedia, fue vista en su tiempo como un paralelismo entre los soviéticos (obviamente los persas) y el mundo occidental (adivinaron, los espartanos).
El cariz propagandista en una película es sin duda algo muy estúpido, a pesar de que su amañado uso nos haya brindado maravillas como Casablanca (Michael Curtiz, 1942), y en el caso de 300 ya más de 10 listillos han buscado en la cinta un mensaje pro belicista a favor de George Bush, lo cual me parece ridículo, pues si nos ponemos a pensar un poco, en todo caso los espartanos podrían ser los guerrilleros iraquies, que le están zumbando duro al ejército y nación más poderosa del mundo, de manera que en todo caso el terrorista Bush se podría comparar con el insolente rey persa.
Hablando ya de la película en si, hay que decir que es toda una experiencia, más allá de algunas deficiencias en el guión, el uso excesivo de la cámara lenta y los 300 machos muy machos comandados por un rey Leónidas más malencarado que Pedro Armendáriz, el director Zack Snyder consigue hacer una película inolvidable. Cuando ví el primer trailer de la película y leí las notas relacionadas, lo primero que pensé fue que ojalá el uso total de pantalla verde para luego crear los fondos, así como la manipulación de imágenes por computadora en toda la cinta no fuera a resultar en un defecto insalvable y afortunadamente no fue así, pues ambos recursos son muy bien aprovechados por el director, de quien no se podía esperar menos luego de su debut con la genial El despertar de los muertos (Dawn of the dead, 2004), con la cual reivindicó el sub género de los zombies; la adaptación resulta lo que el director pretendía, un comic cuyas viñetas cobraran movimiento, lo cual le quedó bastante bien.
Quien se ponga pesado podrá decir pestes en cuanto a cuestiones como vestuario, diseño de personajes, cuestiones históricas o la aparición de seres casi sobrenaturales –lo que es muy común en la obra de Miller, vale decir-, pero a fin de cuentas esta es una película de escape, que se debe disfrutar como un espectáculo cinematográfico y ya, sin rebuscarle a temas que no vienen al caso y solo perturban el disfrute, hay cintas para todo gusto y esta es para estimular la adrenalina y pasar un buen rato, cometido que cumple con creces, por tanto, ni me detendré a rebatir a quienes cuestionan la película ni me pondré a alabar sus virtudes estéticas y formales, algo ocioso y que en todo caso me gustaría hacer con ustedes. En cambio, sólo diré que esta es una película que definitivamente hay que ver.
300 es, como todo mundo sabe ya, una adaptación a la novela gráfica del mismo nombre realizada por Frank Miller, cuyo nombre se hiciera famoso en el mundo del cine por la adaptación que hiciera de su obra Sin City el director Robert Rodríguez. En ella se narra de manera libre la guerra de las Termópilas, librada en el siglo IV A.C. entre varias naciones griegas contra del imperio persa, el ejército más grande de aquel tiempo (las cifras de los historiadores varían de 250 mil a 2 millones de guerreros en esa batalla). La historia nos dice que entre las fracciones de los griegos se reunían alrededor de 6 mil soldados; en el caso del comic de Miller y, en consecuencia, de la película, se prescinde de todas las naciones excepto de los espartanos, que eran apenas 300 (bueno, los soldados, entre comitiva y demás debieron haber llegado a los mil, pero también se recortó a estos últimos para mayor efecto dramático). En ese sentido, 300 re inventa la historia para dar mayor énfasis al coraje y valentía de los espartanos -algo de lo que se había encargado ya la historia- y convertirla en todo un homenaje a la testosterona en su estado más puro.
La historia ya había sido contada anteriormente tanto en comic como en el cine; el Dios de la historieta Alberto Breccia llevó a su personaje Mort Cinder a combatir en las Termópilas, con un apego más cercano a los hechos históricos, en tanto que en 1962 Rudolph Maté llevó al celuloide la historia en The 300 spartans, conocida en español como El león de Esparta, la cual no he visto, pero según consigna la Wikipedia, fue vista en su tiempo como un paralelismo entre los soviéticos (obviamente los persas) y el mundo occidental (adivinaron, los espartanos).
El cariz propagandista en una película es sin duda algo muy estúpido, a pesar de que su amañado uso nos haya brindado maravillas como Casablanca (Michael Curtiz, 1942), y en el caso de 300 ya más de 10 listillos han buscado en la cinta un mensaje pro belicista a favor de George Bush, lo cual me parece ridículo, pues si nos ponemos a pensar un poco, en todo caso los espartanos podrían ser los guerrilleros iraquies, que le están zumbando duro al ejército y nación más poderosa del mundo, de manera que en todo caso el terrorista Bush se podría comparar con el insolente rey persa.
Hablando ya de la película en si, hay que decir que es toda una experiencia, más allá de algunas deficiencias en el guión, el uso excesivo de la cámara lenta y los 300 machos muy machos comandados por un rey Leónidas más malencarado que Pedro Armendáriz, el director Zack Snyder consigue hacer una película inolvidable. Cuando ví el primer trailer de la película y leí las notas relacionadas, lo primero que pensé fue que ojalá el uso total de pantalla verde para luego crear los fondos, así como la manipulación de imágenes por computadora en toda la cinta no fuera a resultar en un defecto insalvable y afortunadamente no fue así, pues ambos recursos son muy bien aprovechados por el director, de quien no se podía esperar menos luego de su debut con la genial El despertar de los muertos (Dawn of the dead, 2004), con la cual reivindicó el sub género de los zombies; la adaptación resulta lo que el director pretendía, un comic cuyas viñetas cobraran movimiento, lo cual le quedó bastante bien.
Quien se ponga pesado podrá decir pestes en cuanto a cuestiones como vestuario, diseño de personajes, cuestiones históricas o la aparición de seres casi sobrenaturales –lo que es muy común en la obra de Miller, vale decir-, pero a fin de cuentas esta es una película de escape, que se debe disfrutar como un espectáculo cinematográfico y ya, sin rebuscarle a temas que no vienen al caso y solo perturban el disfrute, hay cintas para todo gusto y esta es para estimular la adrenalina y pasar un buen rato, cometido que cumple con creces, por tanto, ni me detendré a rebatir a quienes cuestionan la película ni me pondré a alabar sus virtudes estéticas y formales, algo ocioso y que en todo caso me gustaría hacer con ustedes. En cambio, sólo diré que esta es una película que definitivamente hay que ver.
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