Una característica poco comentada a pesar de que es punto común en las aventuras del gran Zorro Plateado, es que por muy Casanova que fuera, su comportamiento jamás pasaba a ser inmoral y al final de sus cintas todo se resolvía dejando la vida de seductor para quedarse con el verdadero amor de su vida, aún en las que más mujeres hace pedazos, como Modisto de señoras, Click, fotógrafo de modelos y Fray Don Juan. En Vidita negra, encima de monógamo es una especie de asceta al que el amor le cae a domicilio, literalmente.
Basada en la obra de teatro de François Campaux (quien la aprovechó al máximo, antes de ser película ya había sido puesta en escena con el propio Garcés en el rol estelar y después la llevo a convertirse en versiones cinematográficas en Grecia (Agapi mou Oua-Oua, Giannis Dalianidis, 1974) e Italia (Tesoro mio, Giulio Paradisi, 1979), cuenta la historia de Enrique Naró, novelista que tras un inicio arrollador, se encuentra en una etapa de profundo estancamiento creativo, fuertes deudas económicas y la presión de una esposa tan histérica como banal (Kikis Herrera Calles). Las cosas empiezan a cambiar con llegada de la nueva sirvienta, una hermosa joven de color proveniente de las Islas Balicú llamada Vidita Auauu (interpretada por la bellísima Robertha), cuyo arribo da el pretexto a la mujer de Naró para abandonarlo e irse con su mejor amigo y editor. Dadas las circunstancias, el autor cae en la depresión, pero la presencia radiante de Vidita lo llevará a levantarse, escribir una nueva obra maestra y cambiar su perspectiva del mundo.
La película, pese a la aparente forma descuidada de dirigir de Rogelio A. González consigue atrapar por la interpretación del Maestro Garcés, correcto como en todo momento, así como por la presencia embelesante de Robertha, una cantante peruana que en su tiempo ganó el concurso de “La morena más bella del Perú” y que tenía la virtud de imprimir una fuerte intensidad a sus interpretaciones, aunque en muchos de los casos la letra de las canciones fuese bastante cursi. Pues si, ella es responsable del encanto y de que no pueda ver objetivamente la película, pues siempre termino un poco enamorado de sus mejillas de conejito. Ayuda también, cabe decirlo, el abuso endulcorante de la música de fondo de Arturo Castro y las actuaciones secundarias de Raúl Chato Padilla como un abogado permanentemente ebrio y Héctor Herrera como un delirante empleado de casino que hace un lento strip tease mientras informa a Naró que ha recibido una herencia.
González no se interesó porque en la adaptación del libreto se modificara al lenguaje del cine y la mayor parte de las escenas son plano secuencias en espacios cerrados o emplazamientos muy elementales, lo cual no implica una exploración, sino todo lo contrario. Pese a todo, Vidita negra es seguramente una de sus mejores películas y una cumbre de Don Mauricio Garcés, para ver sin prejuicios y disfrutar y disfrutar con esta comedia tan ligera como hermosa.
La película no está disponible para descargar, pero es fácil de encontrar pues fue editada por Horizonte Films y se puede adquirir en los sitios de costumbre (Librería Ghandhi, Mixup) como en la red a través de Amazon.
Los dejo con dos escenas de la película, una con el maestro soportando a su mujer y otra conociéndose con Vidita.
Más aplausos para el Maestro, por favor.
Vidita Negra
México, 1971
Dir. Rogelio A. González
Guión: Mario Zacarías, sobre la obra Cherie Noire, de François Campaux
Fotografía: Mario Marzac
Producción: Miguel Zacarías
Música: Arturo Castro
Edición: Gloria Schoemann
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