martes, 2 de octubre de 2007
El Barón del terror
Con toda seguridad, la gente recuerda a Abel Salazar principalmente por su rol como el taciturno y pesimista pero muy machito José Luis García en la saga de Los Tres García, una de las más taquilleras de Pedro Infante. Los méritos propios de Salazar, sin embargo, son incluso superiores a los del multimencionado ídolo de Guamuchil y su carrera, hablando de la parte interna de la industria del cine mexicano, mucho más sólida.
Si bien la trayectoria de Salazar como productor, director, actor y escritor se inclinó abiertamente hacia el melodrama y la comedia, gracias a su casa productora, ABSA, se realizaron buena parte de las mejores cintas de horror y fantástico que ha dado nuestra cinematografía, así como la que quizá se pueda considerar como la joya de la corona de lo bizarro mexicano: El Barón del terror.
El Barón del terror (Brainiac, como es conocida internacionalmente) resulta un caso aparte dentro de las producciones de ABSA, que si bien se dirigía al entretenimiento por la vía sencilla, siempre mantenía un cuidado particular en películas que en otros latitudes se hubieran clasificado como de serie B, baste recordar la solidez general como obra cinematográfica que representa El Vampiro, primera incursión de la productora en el género y que casi desde su estreno se ganó un lugar importante en la historia del cine mexicano. El Barón, sin embargo, es un producto delirante por completo, la trama, las actuaciones, los efectos especiales y en particular la representación del monstruo parecen estar hechos por una mente genial y retorcida. Poco más o menos, la historia es la siguiente:
En 1611, el Barón y alquimista loco Vitelius de Astara (de origen desconocido y jamás confesado, según el tipo que lee su currícula) es condenado por el terrible tribunal de la Inquisición a morir en la hoguera por una cadena de delitos que van de la herejía, hechicería y nigromancia hasta la seducción de féminas casadas y solteras. Antes de ser encendido cual cerillo, el Barón lanza una maldición sobre los descendientes de aquellos que lo mandaron a la pira y jura regresar dentro de 300 años, junto con un extraño cometa que en ese momento surca el cielo, para cobrar su venganza.
Ya en 1961, el Barón regresa a la tierra convertido en un monstruo barbado, manos con dos ventosas, de bifurcada lengua siempre colgante y una extraña manera de respirar que hace que toda la cara se le contraiga a cada resuello. Aún más, cuando el Barón se encuentra en su forma humana se alimenta de cerebros humanos que de alguna manera secreta se mantienen frescos a pesar de ser almacenados en gruesos baúles de madera. Ya instalado en un viejo castillo, Vitelius se da a la tarea de ubicar a los sucesores de aquellos que lo condenaron, mismos que por mera casualidad viven relativamente cerca uno de otro y frecuentan el mismo círculo de amigos.
El resto son detalles que dan sabor a la historia, una pareja de jóvenes enamorados bajo la tutela de un astrónomo renombrado, un par de detectives no muy brillantes y Mauricio Garcés como el atribulado forense que no puede explicar los crímenes que se le presentan al paso de los días. Cada acción se presenta de una manera que no se puede concebir como real aún en términos de la realidad interna de la ficción y sin embargo, no se puede decir que la dirección de Chano Urueta sea incorrecta, hay un buen manejo de los recursos cinematográficos en general y es notable la intención de realizar un trabajo a todas luces increíble. Este punto puede deberse a una intención para comercializar la película en el extranjero, dado que en México la crítica hacia el cine fantástico siempre fue devastadora en tanto que en el extranjero se vendían bien y de hecho fue en otros países que esta y otras cintas de género mexicanas se han convertido en objetos de culto, lo cual a su vez puede ser explicado por el respeto que se ve en gran parte de las cintas de horror y fantásticas mexicanas, es decir, hasta la más humilde caja de cartón pintada con pintura metálica para simular una compleja máquina científica o la más burda retroproyección, se notan trabajadas con la convicción de que eso va a convencer al espectador.
Los derechos de la película fueron adquiridos por el legendario K. Gordon Murray y por ende fue doblada al inglés, que se convirtió en la única manera de poder ser adquirida por los coleccionistas durante muchos años, hasta que recientemente ha sido re lanzada en DVD con el audio original en español remasterizado e incluso ha conseguido espacio en la televisión abierta, a mediados de años fue programada en sesión vespertina en un canal de la televisora mexicana Televisa, lo cual se puede considerar como un pequeño acto de justicia para esta obra.
El Barón del terror se puede conseguir en DVD en las páginas de costumbre, fue editada por Casa Negra Entertainment en un set que contiene incluso un juego de lotería de monstruos del cine mexicano. También se encuentra una versión bastante buena en eMule.
El Barón del terror. México, 1962
Dirección: Chano Urueta
Producción: Abel Salazar
Guión: Federico Curiel, Antonio Orellana y Alfredo Torres Portillo
Fotografía: José Ortiz Ramos
Edición: Alfredo Rosas Priego
Diseño de producción: Javier Torres Torija
Efectos especiales: Juan Muñoz Ravelo
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2 comentarios:
excelentes analisis de estas peliculas...felicidades
Muchas gracias, ojalá continues leyendo el blog
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