lunes, 4 de agosto de 2008

3 Iron, el espíritu de la pasión


Un día entro en una casa vacía.Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño, preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego al golf en el jardín de la casa.En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale nunca y que llora.Le muestro mi soledad. Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos vamos sin decir ni una palabra.

El silencio es una vía espléndida para decir lo que sentimos con el cuerpo, quizá suene algo trillada la frase, pero no por ello deja de ser cierta, y es más, expresarlo para otros a través del arte no es nada sencillo. Kim Ki Duk lo ha logrado, con creces.
Tae-Suk, asceta contemporáneo, vive en hogares vacíos sin permiso de los propietarios, fantasma silente que en retribución al hospedaje y alimentación que recibe de sus insospechados anfitriones repara los pequeños desperfectos del hogar. Hay una casa distinta, más grande y aún llena de objetos que sin embargo se siente más vacía y no está sola. Ahí se encuentra Sun-Hwa, ex modelo de rostro golpeado, fantasma de su propio hogar, donde es notable que estalla frecuentemente la violencia. Se encuentran y lo saben, habrán de irse juntos, en silencio, sin plan alguno. El amor, no obstante y como es sabido, queda vedado tras sellar el compromiso en los papeles con los que la sociedad otorga posesión de la pareja. Ella debe volver, él deberá encontrar la manera de estar juntos de nuevo.
Contrario a lo que sucede en el resto de la filmografía de Kim Ki Duk, me parece que aquí la alegoría se ve minimizada ante la contundencia de una historia prácticamente muda; ponerse a reflexionar en torno a la soledad, la incomunicación, el vacío interno de las sociedades industriales, es francamente una pérdida de tiempo frente a la elocuencia y el espíritu decididamente amoroso de la historia, incluso y contrario también al resto de sus trabajos, el amor no es tan brutalmente imposible como en Bad Guy (Nabbeum namja, 2001), Cocodrile (Ag-O, 1996) o La isla (Seom, 2000), donde la desolación es total. No quiero decir con ello que se trate esta de un amor triunfante y claro al estilo Hollywood. Para nada. Es sólo que aquí los obstáculos no importan. Sun-Hwa es un lago apacible, Tae-Suk como la luz que se posa ahí para crear armonía.
La historia, según cuenta el propio director, se le ocurrió cuando al quitar unos folletos de la puerta de su casa imaginó que aquellas donde se acumulan deben ser casas vacías y ello lo llevó a pensar en una persona muy solitaria. Tras esta idea, y para gozo anecdótico de los críticos que lo idolatran, escribió el guión en un mes, filmó en un par de semanas y editó en tan sólo diez días. Cierto o no, logra una película minimalista y a un tiempo monumental en su realización, el surcoreano brinda con esta una lección más de las posibilidades contemporáneas del lenguaje cinematográfico y la forma en que su país mantiene la vanguardia.

Uno de los dos se queda en una casa hecha de nostalgia.El otro aprende a convertirse en un fantasma para esconderse en el mundo de la nostalgia.


Esta cinta es bastante sencilla de conseguir, pues dado el éxito que ha alcanzado el director llegó incluso a las salas de cine mexicanas y de ahí al video, en eMule se consigue también, pero no se ve de entrada alguna versión subtitulada (aunque cuando vean la cinta sabrán que eso ni es de tanta importancia). Las frases en cursivas corresponden a La casa vacía, texto escrito por Kim Ki Duk en 2004.




3 Iron, el espíritu de la pasión (Bin Jip, Corea del sur, 2004)
Dirección y guión: Kim Ki-duk. Fotografía: Jang Seung-baek.
Montaje: Kim Ki-duk.
Música: Slvian. Producción: Kim Ki-duk. Con: Lee Seung-yeon (Sun-hwa), Jae Hee (Tae-suk), Kwon Hyuk-ho (Min-kyu), Joo Jin-mo (Detective Cho), Choi Jeong-ho (Funcionario de prisiones), Lee Dah-hae (Ji-eun), Park Dong-jin (Detective), Moon Sung-hyuk (Sung-hyuk), Park Jee-ah (Jee-ah).

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